
Fundadores. Iride Marelli, Bautista Gargantini, Juan Giol y Tobías Noseda.
Para la celebración del centenario de la República Argentina, en 1910, era considerada la bodega más grande del mundo y la historia de sus hacedores, dos humildes inmigrantes, era famosa dentro y fuera del país.
Hablamos de Bodegas y Viñedos Giol, que ocupó en medio del corazón de Maipú alrededor de 260 hectáreas y que aún hoy, 112 años después de su inauguración, en 1897, muestra la magnitud de este gigante de la vitivinicultura.
Nacida de la sociedad entre Bautista Gerónimo Gargantini y Juan Giol, fue un establecimiento construido a medida que aumentaba la producción de vino, es decir las ganancias se invertían en maquinarias, galpones, nuevas viñas, etcétera. Esto significó que Giol, en 1911, con la dirección técnica de Tobías Noseda y el contador Iride Marelli, lograra elaborar la mitad de los vinos argentinos.
De la gloria del emprendimiento quedan en pie las casas de sus fundadores sobre la calle Ozamis, el cuerpo principal de la bodega, conocida en su época como La Colina de Oro, hoy propiedad de la Cooperativa Lumai, en calle Herrero, y los piletones de 8.000 hectolitros que ahora ocupan los archivos del Poder Judicial sobre el carril Maza.
Cada uno de estos lugares encierra en sí mismos un altísimo valor patrimonial para Mendoza. Pero lamentablemente el descuido de quienes administraron la bodega luego de su venta en el año 1954, más el paso del tiempo, hicieron estragos.
Para muestra basta un botón. En la casa Gargantini colocaron varios acondicionadores de aire y alfombras, sacaron los artefactos de los baños superiores traídos desde Europa, desaparecieron varios muebles originales, como el billar que había en la sala de juego. Y a la residencia Giol no le fue mejor. Se llovieron los techos, los desagües están tapados y los pisos se hunden.
Pero lo más triste quizás es lo que ocurre en torno a la antigua bodega. Allí, una disputa judicial que aún no termina colaboró para que el lugar donde todo empezó esté en algunos sectores tapiado, luego de varios robos y saqueos.
Por eso desde el Municipio de Maipú aseguran que están trabajando en la recuperación de la marca Giol, entendiendo este concepto como rescate del perfil productor agrícola de esa zona. Eso en la práctica significa la colocación de oficinas del INTA, INV, Fondo para la Transformación y el Crecimiento y Dirección de Pymes, donde funcionaban las oficinas jurídicas de la bodega.
Eduardo Mezzabota, secretario de Obras de esa Comuna, dijo que “nos hemos ido ocupando poco a poco del remanente Giol, porque la zona está muy deprimida. Primero hicimos el Parque Metropolitano, donde estaban los viñedos de la bodega, 180ha conocidos como Vinlandia. Después recuperamos la casa Gargantini, donde hoy funciona el Museo Nacional del Vino. Hemos iniciado la construcción del Centro de Estudios Superiores, donde estaban las vasijas, y estamos trabajando en el arreglo de la casa Giol. Todo esto en un plan más amplio que llamamos Área Giol, que incluye por ejemplo un hotel 4 estrellas para el cual hemos salido a pedir financiamiento de la Nación para los estudios de prefactibilidad”.
Sin embargo, el funcionario no se animó a contestar sobre cuándo terminarán el ambicioso proyecto, ya que, indicó, "la crisis paró todo".
Otro dato llamativo sobre Giol es que no existen publicaciones en las que esté condensada toda la historia en detalle, desde su nacimiento hasta la actualidad. De hecho, el relato utilizado oficialmente para las guías en el Museo Nacional del Vino está basado en el trabajo de la arquitecta Liliana Girini, quien tiene terminado un libro desde hace varios años pero aún no consigue financiamiento para su impresión.
Además, las imágenes disponibles en la Junta de Estudios Históricos o el Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo son muy similares entre sí, mientras que las fotos de épocas más recientes están en manos de particulares, como las exhibidas en una clínica privada de Maipú.
Lumai: 16 años de conflictos
Para comprender lo que ocurre hoy con la Cooperativa Lumai hay que remitirse al proceso de privatización de las bodegas Giol, ocurrida en el año 1988, durante el gobierno de José O. Bordón.
Acorralada por las deudas, en un contexto económico de hiperinflación y una sensible baja en el consumo del vino de mesa, Bordón decidió dejar Giol en manos privadas. Pero no de cualquier modo, sino dividiéndola en 7 unidades de negocios (Regulación, Elaboración, Fraccionamiento y Comercialización, Exportación, Destilería, Mosto y Sector Frutihortícola) que serían ofrecidas para la integración de productores locales.
Así, luego de una áspera discusión legislativa (Bordón gobernaba sin mayoría parlamentaria) que intentó parar por ley la privatización de Giol, prohibiendo la venta de las marcas de la bodega, el gobernador vetó la norma y dictó el decreto 3345/88 para llamar a licitación pública. Ganaron la unidad de Fraccionamiento y Comercialización la Cooperativa Fecovita y la firma Cubas de Robles se quedó con la Destilería.
El otro ganador fue Lumai, que en 1992 pagó una cuota (de siete) al contado para tomar posesión de la bodega La Colina de Oro, mientras que la Provincia se tomaría 180 días para entregarle las escrituras del inmueble. Esto no fue cumplido porque algunos activos de Giol fueron embargados y la Cooperativa Lumai hasta el día de hoy no recibe los títulos de propiedad. Posteriormente, el Estado provincial demandó a Lumai por falta de pago de las cuotas restantes.
El cruce de acusaciones continuó así hasta el gobierno de Julio Cobos, quien intentó un acuerdo, traducido en el decreto 3.531 del 4 de diciembre del 2007. Allí se estableció que Lumai renunciaba a los reclamos por daños y perjuicios económicos, calculados en $1 millón por año, y el Gobierno le otorgaba las escrituras.
Para que el arreglo tuviera mayor legitimidad, Cobos lo dejó ad referéndum de la Legislatura, pero terminó su mandato y nunca lo envió. Guillermo Favre, presidente de Lumai, explicó que "luego de asumir Celso Jaque, nos llamó en marzo del año pasado la ministra ( Silvia) Ruggeri para saber qué íbamos a hacer en la bodega y nos preguntó si nosotros pensábamos hacer un emprendimiento inmobiliario. Le dijimos que no, que nuestra intención es elaborar vino. No obstante ello, el expediente quedó parado en una oficina 1 año y 4 meses por las peleas entre Cobos y Jaque. Recién el 11 de marzo pasado entró el expediente a la Legislatura para su tratamiento. Pero hemos perdido otro año de elaboración. Yo soy productor y siendo socio de la bodega más grande del mundo tengo que llevar mis uvas a la bodega Melli".
La historia de la bodega
1887.Juan Giol y Bautista Gargantini se asociaron ese año y compraron 33 hectáreas en Maipú para darle vida a su proyecto vitivinícola. De inmediato procedieron a construir la bodega La Colina de Oro, que elaboró sus primeros vinos hacia 1898. De 1904 a 1910 anexaron más de 7.000ha de viñas, campos, compraron bodegas en Russell y construyeron otra bodega en Rivadavia.
1910. Pasó de producir 40.000 hectolitros a elaborar 300.000, siendo ésta la mitad de los vinos del país. Contaba con 8 sótanos, 1.000 cubas y toneles de roble, 2 piletas para cortes de 4.000 cascos ( 200 litros cada uno), 270 cubas de fermentación. Trabajan allí 400 operarios, que hicieron sus viviendas en los alrededores de la empresa, desarrollando urbanísticamente al departamento de Maipú.
1911. En pleno apogeo de la empresa, Bautista Gargantini decidió retirarse amigablemente de la sociedad y regresar a su pueblo, el cantón suizo Ticino. Por escritura del 21 de junio disolvieron la sociedad, cuyo capital social ascendía a la suma de diez millones de pesos moneda nacional, distribuidos en bienes raíces, vinos, bienes muebles y dinero en cuentas bancarias
La Sociedad Anónima
Una vez disuelta la sociedad, Juan Giol se dispuso a seguir adelante con la dirección industrial y comercial de la empresa. Para ello formó una sociedad anónima con el apoyo del Banco Español del Río de la Plata.
1915. Luego de un viaje a Udine, Italia, Giol decide vender su empresa al banco y regresar definitivamente a su patria.
1954. Ante dificultades financieras, el Banco Español vendió el 51porciento del paquete accionario al Estado provincial, gobernado por Carlos Evans.
1964. El Estado se hizo cargo totalmente de Giol.
El objetivo era regular la vitivinicultura mendocina
1988. Se desestatiza nuevamente por decreto Nº 3.345 durante el gobierno de Bordón.
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